El proyecto que pretende llevar el concepto de
invernadero más allá del modelo que conocemos fue creado en Canadá y se llama The greenhouse of the future. En él, sus
creadores decidieron combinar tecnología avanzada con el aprovechamiento de los
fenómenos naturales para hacer un sitio de cultivo en el que no se necesita un
gran gasto económico y donde tampoco se desperdician los materiales y recursos
utilizados.
Las tecnologías y conceptos que inspiraron el diseño de
este nuevo invernadero han sido estudiados y probados a lo largo de más de 40
años gracias a las investigaciones del arquitecto Michael Reynolds, defensor de
una vida radicalmente sostenible, acerca de los invernaderos solares pasivos,
así como por el desarrollo de sus Earthship
homes. De este modo, el canadiense Francis Gendron, graduado de la
Earthship Academy, en conjunto con sus colegas Christin Désilets y Curt Close crearon
un modelo de invernadero con un diseño estratégico construido con materiales
naturales, reciclados y sostenibles que interactúan con el clima para cultivar
alimentos durante todo el año sin importar la ubicación donde se encuentre.
Asimismo, uno de los objetivos de este proyecto es que las
personas sean capaces de crear su propio invernadero del futuro, por lo que
crearon un paquete con un documental, un libro y planos donde se explica paso a
paso cómo construirlo sin la necesidad de experiencia previa. Así los usuarios podrán
cultivar productos orgánicos de su zona y desarrollar cierta independencia alimentaria.
Su diseño fue concebido a partir de ingeniería
tecnológica para que el invernadero pueda crear su propio microclima y producir
una variada cantidad de frutas y vegetales mientras emplea un mínimo de energía,
gracias al aprovechamiento de los fenómenos naturales. Con la intención de optimizar
al máximo las propiedades aislantes de la tierra se optó por un modelo de construcción
semienterrada. Para economizar en materiales, el lado noroeste del invernadero fue
creado con llantas reutilizadas rellenas con tierra con lo que se logra mantener
la temperatura del interior. Su fachada orientada al sur se compone de mamparas
de madera cubiertas de placas de policarbonato para permitir así el acceso de
los rayos del sol y aprovechar al máximo las horas de luz. Además, cuenta con
un efectivo sistema de recolección de aguas pluviales que son almacenadas en
barriles al interior del invernadero que ayudan a regular la temperatura.
Sin lugar a dudas este modelo de invernadero, así como
otras iniciativas para construir un huerto propio, puede ser una buena
oportunidad para alentar a las personas a sumarse a estas nuevas soluciones que
buscan reducir nuestra huella de carbono y ayudar al planeta.
Fotografías: EcoInventos y The Greenhouse of the future
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