martes, 22 de diciembre de 2020

EL PAPEL DEL ARQUITECTO EN LA PRODUCCIÓN SOCIAL DEL HÁBITAT Y EL DISEÑO PARTICIPATIVO

 Redacción Repentina

Pensar en autoproducción y producción y gestión social del hábitat es hoy en día una tarea necesaria para los profesionales de la arquitectura, debido a la profunda confusión que existe acerca de las formas de producir vivienda en México y en el mundo. Más allá de las lógicas de producción, estos conceptos involucran las condiciones sociales y económicas, así como la capacidad técnica y constructiva de las personas que las realizan. Son estrategias básicas que llevan a cabo las personas para construir un hogar y que a su vez, están condicionadas por aspectos sociales, nivel económico, ubicación, entre otros.

De acuerdo con el Mtro. Jorge Andrade Narváez, quien se ha especializado en diseño y planeación de vivienda, la autoproducción es inherente a la humanidad. Desde el inicio de las civilizaciones, los seres humanos generaron sus propias formas de construir; por ello, ésta no debe ser negada a ninguna persona. Si bien, la autoproducción puede enfrentar muchos retos y tener fallas, debido a la falta de recursos o de acompañamiento técnico, es importante generar programas de autoproducción asistida que no pretendan nunca sustituir al autoproductor, sólo acompañarlo.

Para el Mtro. Gustavo Romero Fernández (especialista en diseño participativo y producción social del hábitat), es importante diferenciar las formas en que se produce la vivienda: la vivienda de autoproducción, que tiene como fin ser habitada; y la vivienda mercantil, que se hace para ser vendida. La producción de la segunda, controla los pasos previos al uso y atiende a factores económicos y de tiempo, que comúnmente dejan de lado la calidad, las necesidades de la gente y provoca problemas habitacionales.

Así, es conveniente reflexionar, ¿cuál es el papel del arquitecto en la producción de la vivienda? En el caso de la vivienda mercantil, el arquitecto queda reducido al papel de empleado del gran empresario o institución que invierte en el proyecto habitacional. En el caso de la autoproducción, el arquitecto debería fungir como un acompañante del autoproductor, que le apoye con conocimientos técnicos. No obstante, aquí surge una problemática más.











Desde la academia se ha difundido la percepción de que la arquitectura es un saber exclusivo de los profesionales, lo cual anula los saberes constructivos de los pueblos originarios. Las escuelas están educando arquitectos para la producción industrial, para trabajar con las clases ricas y en el poder, donde los proyectos son majestuosos y dan fama, pero no están preparados para entrar en un proceso de Producción y Gestión Social del Hábitat. Por ello es necesario que las instituciones educativas formen profesionales de la arquitectura que rechacen los discursos hegemónicos; arquitectas y arquitectos capaces de entender el diseño participativo como un proceso de diálogo horizontal donde se producen proyectos, propuestas y conocimientos colectivos, y donde además, se rompen paradigmas industriales y corporativistas para aceptar otras posibilidades.

Información y fotografías: ArchDaily

lunes, 5 de octubre de 2020

UNA NUEVA BAUHAUS PARA IMPULSAR LA RENOVACIÓN DE EUROPA

Redacción Repentina 

A un año del centenario de la Bauhaus, y ante la crisis que atraviesan la mayoría de los países del mundo, provocada por la pandemia de COVID-19, el pasado 16 de septiembre, Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, propuso, en su discurso inaugural sobre el estado de la Unión de 2020, la creación de una nueva Bauhaus europea, inspirada en la escuela de diseño fundada por Walter Gropius en 1919. 

Dicha propuesta forma parte del plan de recuperación del coronavirus, NextGenerationEU, que destinará 750 mil millones de euros para impulsar la renovación de Europa y su entrada a una economía circular. El programa pretende abarcar los ejes ambiental y cultural, a través de propuestas como un Pacto Verde Europeo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para encaminar a la Unión Europea a ser neutral en emisiones para 2050, así como inversiones en tecnología e infraestructura ecológicas. Además, la creación de la Bauhaus europea como un proyecto cultural estratégico que, en palabras de Von der Leyen, deberá ser un espacio de cocreación para que arquitectos, artistas, estudiantes, ingenieros y diseñadores trabajen juntos en la transformación de la UE.

De esta forma, cultura y sostenibilidad serán el centro de este plan de recuperación. “Quiero que NextGenerationEU impulse una ola de renovación europea y haga de nuestra Unión un líder en la economía circular. Pero esto no es solo un proyecto ambiental o económico: debe ser un nuevo proyecto cultural para Europa”, afirmó la líder de la Comisión Europea.  


Información y fotografías: Metalocus





miércoles, 2 de septiembre de 2020

MARK 1, EL REFUGIO LUNAR INTELIGENTE CREADO POR ARQUITECTOS DANESES

 Redacción Repentina

Hace medio siglo el comandante Neil Armstrong y el piloto Buzz Aldrin, astronautas de la misión Apollo 11 de la NASA, alunizaron el módulo lunar Eagle y se convirtieron en los primeros hombres en pisar la superficie de la Luna. Desde entonces numerosos intentos se han realizado, no sólo por volver, sino por colonizar nuestro satélite natural.

Así, dos jóvenes arquitectos daneses han decidido aportar a esa búsqueda de habitar la Luna con el diseño y construcción de un refugio inteligente, el cual incluye partes impresas en 3D,  que planean probar ellos mismos en una zona desértica de Groenlandia. 

A partir de hoy, 2 de septiembre, Karl-Johan Sørensen y Sebastian Aristotelis, de la firma SAGA Space Architects, viajarán a la remota isla para vivir durante tres meses en el refugio lunar Mark 1, el cual cuenta con tecnología de la empresa Lenovo para sobrevivir, recabar métricas y analizar datos biométricos sobre diversos aspectos de los organismos y del hábitat, por ejemplo la posibilidad de que las plantas sobrevivan en este ambiente.

Entre su avanzada tecnología, Mark 1 cuenta con paneles solares para alimentar una computadora (llamada Odín) de 76 sensores, que será el cerebro del refugio y asegurará su funcionamiento en un entorno de -30°, pues es capaz de predecir eventuales fallas, como aumentos en la humedad o descensos de temperatura, así como sus necesidades de mantenimiento.  

Además los arquitectos estarán completamente aislados y se enfrentarán a un paisaje carente de estímulos a su alrededor, lo cual será la simulación más cercana a lo que se podría vivir en la Luna. Por ello, será sumamente importante que realicen una planificación minuciosa de su tiempo, además de que puedan confiar en la fiabilidad de la tecnología del refugio para poder sobrevivir.


Información e imágenes: Revista CTRL

viernes, 21 de agosto de 2020

ARQUITECTURA PARA LA NUEVA NORMALIDAD

 Redacción Repentina

A lo largo de los meses que ha durado la pandemia de COVID-19 hemos leído y escuchado un sinfín de reflexiones acerca de cómo el virus llegó para cambiar nuestra forma de vivir. Tanto en ámbitos académicos como políticos, cientos de expertos se han abocado a generar aportaciones desde sus disciplinas para modificar y adaptar cada aspecto de nuestra vida a lo que se ha llamado “nueva normalidad”.  

Los campos de la arquitectura y el urbanismo no han sido la excepción y es que un gran número de profesionales de estas áreas han generado proyectos que pretenden modificar y mejorar las formas de pensar las ciudades o crear espacios habitables para hacer frente a esta crisis y a las que puedan presentarse en el futuro. Un ejemplo de estos proyectos es el creado por el arquitecto italiano Stefano Boeri.

Ideado para la capital de Albania, Tirana Riverside propone un complejo de viviendas y servicios capaz de albergar a 12 mil personas en un terreno de 29 hectáreas. Ofrece todas las tecnologías de una Smart City sin dejar de atender los requerimientos sanitarios de la “nueva normalidad”.


El proyecto será integrado por viviendas, oficinas, centros de salud, tiendas, un centro escolar y uno universitario, así como espacios verdes colectivos en los techos que podrán utilizarse para el ocio y el deporte. De igual forma se incorporará vegetación en las fachadas y en los puentes peatonales entre los edificios.

Así, Tirana Riverside pretende ser un centro urbano que evite las aglomeraciones (y minimice los contagios de coronavirus) al expandir los espacios públicos, privilegiar la movilidad suave con ciclovías y aceras más anchas y promover las áreas comerciales al aire libre, todo ello con el uso de tecnologías para crear un complejo autosuficiente desde el punto de vista de las energías limpias, el agua, la alimentación y todos los servicios públicos urbanos.

Fotografías: ADmagazine / Stefano Boeri Architetti

miércoles, 5 de agosto de 2020

LA DISMINUCIÓN DE LA CONTAMINACIÓN EN LAS CIUDADES DESPUÉS DEL COVID-19

Redacción Repentina

Durante las primeras semanas de la cuarentena a la que nos sometió la pandemia de COVID-19, fuimos bombardeados con un sinfín de notas periodísticas, reportajes y artículos sobre lo que ocurría en todo el mundo; cifras de contagios y muertes actualizándose día con día y muchos otros temas en torno al nuevo coronavirus, pero entre todas esas malas noticias, llegaron algunas que parecían buenas y hasta esperanzadoras: las emisiones de gases y la contaminación en las ciudades empezaron a disminuir. 

Debido a la suspensión de actividades no esenciales y el confinamiento de las poblaciones en sus hogares, en las grandes ciudades alrededor del mundo, sectores como el transporte, la industria, la manufactura, entre muchos otros, se vieron disminuidos en su producción. Como sabemos, estos sectores dependen de fuentes de energía no renovables, tales como los combustibles fósiles, principales generadores de emisiones CO2. De este modo, la reducción de dichas emisiones durante algunas semanas, le dio un respiro al planeta. En países como Italia, Reino Unido, Francia y China diversos reportes apuntaron reducciones de hasta 25% en la generación de emisiones de gases de efecto invernadero.

No obstante, no debemos olvidar que la pandemia y la consecuente cuarentena, también han traído consigo fuertes impactos a la economía global y lo que muchos expertos anticipan será una recesión de gran alcance y consecuencias devastadoras para muchos países. 

Ante esa apremiante situación, resulta previsible que los gobiernos implementen políticas de recuperación agresivas, que necesariamente pasarán por un aumento acelerado de las actividades industriales y sus respectivas consecuencias ambientales. Un ejemplo de algo similar ocurrió luego de la recesión de 2008. Los sectores industriales aceleraron sus producciones, lo que generó un incremento aproximado de 6.1% en las emisiones; un hecho que se puede repetir si no se toman las políticas ambientales con la importancia que merecen. 

En este sentido, la arquitectura puede jugar un papel importante dentro de este cambio. En tanto que los la industria de la construcción equivale a alrededor del 39% de las emisiones a nivel mundial, será sumamente importante que los arquitectos  apuesten cada vez más por la sostenibilidad en sus proyectos y se interesen en plantear soluciones realmente comprometidas y destinadas a generar cambios en favor de la sociedad y el medio ambiente.


Fotografías: ArchDaily

martes, 28 de julio de 2020

CÓMO EL TRABAJO EN LÍNEA HA AFECTADO A LA ARQUITECTURA


Redacción Repentina

A lo largo de las semanas que han transcurrido en esta contingencia, hemos visto un sinfín de artículos donde se analiza cómo el tiempo en casa ha servido para reflexionar y asimilar los cambios que se dieron en torno a muchos aspectos de la vida que conocíamos antes de la pandemia, como el diseño de hospitales, espacios públicos, medidas más exigentes de higiene y el uso de la tecnología como medio para continuar con nuestras labores a distancia.

Escuelas, oficinas públicas y empresas, se han visto obligadas a usar softwares de videollamadas y reuniones virtuales para seguir en contacto y que el trabajo no se vea afectado por el confinamiento. Aunque la computadora y el celular son herramientas que nos han facilitado dicha comunicación, ha sido inevitable que surjan dudas sobre si estos instrumentos realmente favorecen o impulsan nuestra productividad y si podrán en un futuro, sustituir al trabajo presencial.  Muchas opiniones afirman que, en efecto, existen reuniones o actividades en las cuales no es fundamental la presencia de la persona para que sean realizadas con éxito y además el trabajo a distancia implicaría un beneficio al medio ambiente en tanto que muchas personas no tendrían que transportarse a las oficinas.

El campo de la arquitectura no se queda fuera de esta nueva forma de trabajar que se vuelve cada vez más popular y necesaria en muchos casos. Desde el ámbito laboral hasta el estudiantil, el trabajo a distancia se ha traducido en largas horas frente a la computadora, lo cual posiblemente ha afectado la eficacia con la que se realizan las tareas.

Antes de la pandemia de COVID-19, el arquitecto invertía cierta cantidad de horas en la computadora, ahora pasa el día pegado al aparato; así, la productividad ha pasado a medirse en horas trabajadas frente a una pantalla. Pese a que la arquitectura se ha podido adaptar a las circunstancias, queda un largo camino por recorrer para aprender a utilizar y aprovechar la tecnología en favor de un trabajo a distancia efectivo. En este sentido, es pertinente preguntarse cuáles con las mejores formas para transmitir trabajos que sólo pueden verse en pantallas.

No cabe duda que la tecnología avanza rápidamente, por ello será fundamental para los arquitectos estar al día y adaptarse a las nuevas herramientas que surjan y emplearlas de la mejor manera tanto en el trabajo académico en línea como en el ejercicio de la profesión.

Fotografía: Getty Images

miércoles, 15 de julio de 2020

¿UNA CIUDAD RESILIENTE?

Redacción Repentina


En tanto que está previsto que para el año 2050 el 70% de la población mundial viva en ciudades, se ha vuelto una necesidad apremiante, tanto para gobiernos locales como ciudadanos, generar herramientas que permitan a los centros urbanos afrontar nuevos desafíos esperados o inesperados.
De este modo, en años recientes, los conceptos de resiliencia y ciudades resilientes han estado cada vez más presentes dentro de los ámbitos político y académico. De acuerdo con ONU-Hábitat una ciudad resiliente es aquella que posee la habilidad “de mantener continuidad después de impactos o catástrofes y que contribuye positivamente a la adaptación y la transformación”. Sin embargo el concepto de resiliencia no ha sido bien definido en el terreno del urbanismo debido a que existen dos vertientes de éste. 


Por un lado, desde la ciencia de materiales, la resiliencia se aplica a un objeto, el cual después de recibir cierta “presión”, reacciona y es capaz de volver  su forma y resistencia originales. Por otro lado, para el campo de la ecología, un ecosistema resiliente es aquel que luego de experimentar algún evento adverso, puede conservar una diversidad de especies que le dé la posibilidad de sobrevivir a una situación de “presión” futura.

La diferencia entre ambas vertientes radica en que, en el caso de la ecología, la resiliencia se mide en qué tanto puede evolucionar un sistema y adaptarse a las nuevas condiciones que conlleva la situación de “presión”, mientras que para la ciencia de materiales, la resiliencia de los objetos está dada por sus creadores y depende de su capacidad de volver a su estado original luego de recibir la “presión”.

En el caso del urbanismo, la definición de resiliencia involucra a ambas vertientes. Por ejemplo, cuando una fuerza de la naturaleza como una tormenta afecta a la ciudad, la infraestructura vial, eléctrica, construcciones y otros servicios se ven dañados o incluso pueden colapsar; puede haber pérdidas humanas. No obstante se espera que cuando la tormenta pase, la ciudad vuelva a su estado anterior a la catástrofe, si no lo hace, entonces se entiende que no fue “resiliente”. Esto hace alusión a la acepción científica de resiliencia.

En otro caso, cuando una urbe enfrenta una crisis económica profunda, algunas partes del tejido socioeconómico colapsan o incluso desaparecen, pero otras logran sobrevivir y multiplicarse. Así, el estado de la ciudad luego de la crisis, no necesariamente será el mismo que antes de ella; es decir, si la ciudad es resiliente se reestructura, pero puede mantener algo de su diversidad socioeconómica. Esto hace alusión a la acepción ecológica de resiliencia.

En conclusión, la ciudad es tanto el objeto físico como el ecosistema. El desafío para los urbanistas y aquellos interesados en impulsar la resiliencia de las ciudades, es equilibrar ambos ámbitos: la infraestructura, las instituciones, los sistemas de energía, entra muchos otros, pertenecen a la definición científica de resiliencia; mientras que los aspectos, socioeconómico, político y cultural, atañen a la definición ecológica.

Fotografías: ArchDaily y ONU-Hábitat