La pandemia de COVID-19 que
azota al mundo actualmente, ha llevado a millones de personas a aislarse en cuarentena,
en muchos casos de forma obligatoria, lo cual ha ocasionado que nos cuestionemos
las condiciones del entorno donde estamos pasando la mayor parte del tiempo. Ello
inevitablemente resulta en la necesidad de que la arquitectura comience a
replantearse. No obstante, no es la primera vez que ocurren transformaciones en
esta disciplina tras los embates de una enfermedad.
Así, arquitectos y diversos
profesionales que inciden en la construcción de los espacios, se preguntan qué
prácticas deberían modificarse y en qué enfocarse de ahora en adelante, así
como el desarrollo de nuevas tecnologías para evitar en tanto sea posible, el
contacto físico entre las personas.
Por un lado, se ha puesto a
discusión el ya famoso Home Office, que
muchas organizaciones tanto del sector público como privado, han puesto en
práctica desde hace algunas semanas para aquellos empleados que no realizan actividades
sustanciales. Esto abre el debate sobre el modelo de oficina y si habrá que
modificarlo o incluso, si sería más productivo adoptar el trabajo en casa. Del
mismo modo se ha pensando en espacios de oficina que permitan una concentración
aislada y que las reuniones de empleados sean realmente colaborativas y significativa.
A todo ello, la arquitectura deberá dar una respuesta eficiente y proponer la transformación
de los espacios de oficina y los centros de trabajo alternativos.
En cuanto al espacio público,
y en especial los muy concurridos, la arquitectura se enfrenta al reto de
diseñarlos para cumplir con los máximos estándares de higiene. Que los usuarios
tengan mayores oportunidades para lavarse las manos en estadios y arenas; elevadores
automatizados controlados por voz puertas de hoteles configuradas para controlarse
por medio del teléfono celular, baños autolimpiables, entre muchas otras
alternativas. Todas o algunas de ellas, podrían ser las nuevas prácticas que la
arquitectura y el diseño adopten para evitar el contacto con los objetos y prevenir
contagios lo máximo posible.
Asimismo, es en el sector
salud donde la arquitectura debe poner especial atención. Puesto que muchas de sus
instalaciones se han visto rebasadas ante
la situación de la pandemia, la arquitectura hospitalaria ha aportado un diseño
de atención médica más flexible, como la construcción de unidades temporales y
hospitales inflables. Sin embargo, será impostergable diseñar unidades médicas
que den respuesta a las necesidades sociales y sanitarias para mejorar las
condiciones de los pacientes y del personal médico.
En pocas palabras, a partir de
ahora los arquitectos tendrán la tarea de transformar el diseño de los espacios
en respuesta a este hecho histórico; reconsiderar el esquema de espacios
cerrados y elementales como oficinas y hospitales, y de manera análoga, el
espacio público, cambiando la perspectiva sobre los componentes sanitarios y de
higiene.
Fotografías: ArchDaily
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