viernes, 27 de marzo de 2020

ESCULTURA HABITABLE

Redacción Repentina


Las Tres Gracias (Checoslovaquia) Miroslav Chlupac
Hace 52 años México fue la sede de los Juegos Olímpicos, por lo que, además de los preparativos para la realización de las dos semanas de competencias atléticas, el gobierno mexicano propuso una Olimpiada Cultural, en la que el público disfrutaría de la fuerza y la cultura en la fiesta de unión más importante de la humanidad.
Para tal evento alterno se planeó un programa que incluía danza, música, poesía, escultura, pintura infantil, ciencia, así como la “Ruta de la amistad”, un corredor escultórico concebido por Mathias Goeritz, con el apoyo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Con una longitud de 17 km y 22 esculturas realizadas por artistas de los cinco continentes, la Ruta de la amistad fue catalogada como la más grande del mundo.
El Ancla (Suiza)
Willi Gutmann

Así el arte se exhibió en las calles y la sociedad se deleitó ante este invaluable recorrido de geometrías y colores que conectaba los distintos escenarios olímpicos. Dentro de la ruta destaca la escultura realizada por el artista uruguayo Gonzalo Fonseca, debido a que  es la única que puede habitarse. La torre de los vientos, surgida de la idea de hacer un refugio para quienes circulaban por la zona del Pedregal, posee en su interior de 80 m2, elementos geométricos que remiten a muebles de estética minimalista.
Torre de los Vientos (Uruguay) Gonzalo Fonseca

No obstante el valor simbólico que adquirió la Ruta de la amistad, al finalizar el evento deportivo y con el paso del tiempo, quedó en el abandono expuesta a numerosas agresiones y opacada por el crecimiento urbano. Luego de 25 años, a través del proyecto Adopte una obra de arte y del organismo internacional World Monuments Fund (WMF), fue posible rescatar y conservar el recorrido escultórico. La torre de los vientos, por su parte ha sido objeto de más de 75 proyectos de rescate gracias al apoyo del FONCA. 

México (España) José María Subirachs
Una de las intervenciones más conocidas fue la realizada por el arquitecto Mauricio Rocha, quien en 1998 experimentó con la idea del vacío y creó así una nueva escultura transitable dentro de la obra original. Diseñó una escalera en forma de espiral (semejante a la cimbra utilizada durante el colado de la torre) que permitió a los visitantes transitar el vacío hasta el punto más alto para observar la ciudad a través del domo. 

El programa para dar vida a las 22 esculturas que conforman la Ruta busca el contacto directo con la comunidad, abrir nuevos espacios para el arte urbano y procurar su presencia en la mente del público mediante intervenciones artísticas temporales y multidisciplinarias.

Muro Articulado (Austria - EUA) Herbert Bayer








Sol Rojo (EUA)
 Alexander Calder






















Información y fotografías: http://www.mexico68.org/es/

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