lunes, 29 de abril de 2019

STORYTELLING OR TO SELL ARCHITECTURE?

Redacción Repentina

La arquitectura vive entre las artes visuales y las bellas artes, por lo que no sorprende que los arquitectos estén capacitados para hacer hermosos dibujos, representaciones y maquetas. No obstante, en la actualidad, las herramientas tecnológicas han empezado a sustituir las técnicas clásicas de representación de los proyectos, ya que en la producción del diseño es importante obtener imágenes claras y convincentes. En este sentido, surge la pregunta, ¿una imagen puede valer más que mil palabras en nuestra profesión? 

Rara vez los arquitectos persuaden a su público únicamente por el medio gráfico. Un boceto, una lámina, una maqueta o un croquis requieren de una explicación sobre la idea o el concepto; puesto que las presentaciones arquitectónicas tienen parte visual y parte prosa, son habladas o impresas.

Es justo ahí donde radica el problema. La destreza que tenemos en la representación se ve fuertemente superada por nuestras habilidades como forjadores de palabras. Los arquitectos son famosos por los discursos locuaces destinados a impresionar. Entonces, ¿qué es lo que aprendemos en la academia?  


Al ingresar a la Licenciatura en Arquitectura, para hablar y escribir sobre la disciplina, los alumnos de primer año comienzan a emular a los de años superiores, quienes a su vez imitan a los profesores y oradores invitados, que dan conferencias, debaten y publican sobre arquitectura.  Esta manera de comunicación donde la claridad se sustituye por términos que para los alumnos principiantes parecen sin sentido, la lógica da paso a la complejidad y a la contradicción. Es muy común que se produzcan dolores de cabeza al intentar comprender lo que se dice en un ámbito más teórico en la carrera.

El crítico Norman Weinstein expresó en el Chronicle of Higher Education que la escasez de cursos de escritura en la escuela de arquitectura es un "agujero negro". ¿Qué pasaría si las escuelas llenaran esa brecha con escritores creativos que enseñen a los estudiantes cómo contar una historia? ¿Y si los arquitectos estuvieran entrenados para evocar momentos arquitectónicos emocionales a través de la prosa?  

Una narrativa es una cadena de eventos conectados; sutiles o explícitas, las historias llevan a casa puntos emocionales. ¿Deben los edificios tener un punto emocional? Si es así, ¿la mejor prosa produciría mejores edificios o al menos, los vendería mejor? Sería interesante probar la idea. Arquitectos que abracen presentaciones en forma de cuentos, que describan artísticamente los momentos y los monumentos, entregando ideas, no sólo información.  


Fotografía: Coordinación de Comunicación Social FA 


No hay comentarios:

Publicar un comentario