La
arquitectura vive entre las artes visuales y las bellas artes, por lo que no
sorprende que los arquitectos estén capacitados para hacer hermosos dibujos,
representaciones y maquetas. No obstante, en la actualidad, las herramientas
tecnológicas han empezado a sustituir las técnicas clásicas de representación
de los proyectos, ya que en la producción del diseño es importante obtener
imágenes claras y convincentes. En este sentido, surge la pregunta, ¿una imagen
puede valer más que mil palabras en nuestra profesión?
Rara vez
los arquitectos persuaden a su público únicamente por el medio gráfico. Un
boceto, una lámina, una maqueta o un croquis requieren de una explicación sobre
la idea o el concepto; puesto que las presentaciones arquitectónicas tienen parte
visual y parte prosa, son habladas o impresas.
Es justo ahí
donde radica el problema. La destreza que tenemos en la representación se ve fuertemente
superada por nuestras habilidades como forjadores de palabras. Los arquitectos
son famosos por los discursos locuaces destinados a impresionar. Entonces, ¿qué
es lo que aprendemos en la academia?
Al
ingresar a la Licenciatura en Arquitectura, para hablar y escribir sobre la
disciplina, los alumnos de primer año comienzan a emular a los de años
superiores, quienes a su vez imitan a los profesores y oradores invitados, que
dan conferencias, debaten y publican sobre arquitectura. Esta manera de comunicación donde la claridad
se sustituye por términos que para los alumnos principiantes parecen sin sentido,
la lógica da paso a la complejidad y a la contradicción. Es muy común que se
produzcan dolores de cabeza al intentar comprender lo que se dice en un ámbito más
teórico en la carrera.
El crítico
Norman Weinstein expresó en el Chronicle
of Higher Education que la escasez de cursos de escritura en la escuela de
arquitectura es un "agujero negro". ¿Qué pasaría si las escuelas
llenaran esa brecha con escritores creativos que enseñen a los estudiantes cómo
contar una historia? ¿Y si los arquitectos estuvieran entrenados para evocar
momentos arquitectónicos emocionales a través de la prosa?
Una narrativa es una cadena de eventos conectados; sutiles o explícitas, las historias llevan a casa puntos emocionales. ¿Deben los edificios tener un punto emocional? Si es así, ¿la mejor prosa produciría mejores edificios o al menos, los vendería mejor? Sería interesante probar la idea. Arquitectos que abracen presentaciones en forma de cuentos, que describan artísticamente los momentos y los monumentos, entregando ideas, no sólo información.
Fotografía: Coordinación de Comunicación Social FA
Una narrativa es una cadena de eventos conectados; sutiles o explícitas, las historias llevan a casa puntos emocionales. ¿Deben los edificios tener un punto emocional? Si es así, ¿la mejor prosa produciría mejores edificios o al menos, los vendería mejor? Sería interesante probar la idea. Arquitectos que abracen presentaciones en forma de cuentos, que describan artísticamente los momentos y los monumentos, entregando ideas, no sólo información.
Fotografía: Coordinación de Comunicación Social FA
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