viernes, 19 de abril de 2019

LA CIUDAD PARA LOS NIÑOS

Redacción Repentina


Una de las problemáticas de la Ciudad de México en relación con los niños es la gran cantidad de obstáculos que encuentran para jugar libremente en el espacio público. ¿Cómo sería éste si se empezara a considerar a la población infantil en primer lugar a la hora de diseñar nuevos espacios de juego en las zonas que más lo requieren? ¿La mejor estrategia es usar los modelos estándar (la resbaladilla, el columpio y el sube-baja) en cada espacio vacío de la ciudad?

Los niños representan aproximadamente el 22% de la población de CDMX,  por lo que resulta interesante entender el entorno urbano desde una perspectiva infantil, para así darse una idea de cómo recuperar valores olvidados en el tiempo; tal es el caso del juego. Esta es una actividad que realizamos todos los seres humanos; una necesidad primaria biológica y social: todas las personas necesitan una dosis de diversión y entretenimiento en su infancia.

John Goodwin, CEO de la Fundación LEGO, expresó durante el Foro Económico Mundial 2018 en Davos que el juego "nos ayuda a diferenciarnos de las máquinas: nos ayuda a equiparnos con habilidades como la creatividad, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la colaboración y la comunicación […] Por eso creemos que el juego es una prioridad tan importante".

Entonces, ¿qué significa jugar para un niño? Es esa sensación de libertad, de felicidad, la diversión; esa risita al hacer una travesura, sentimientos que se comparten con otros niños en un área en común; la mayoría de las veces, sin la intervención de un adulto. A pesar de que el espacio de juego pueda ser visto como una manera de segregar a la población infantil de los entornos urbanos, en la Ciudad de México éste representa un lugar compartido. Se trata de nodos de recreación en los barrios, que desarrollan la identidad de los niños como propietarios de un espacio en común. 

Un entorno urbano como en el que vivimos, donde los espacios de juegos se encuentran en los camellones situados entre varios carriles de alta velocidad, debajo de las líneas de alta tensión o en los bajo puentes, refleja tanto la falta de importancia dada a la integración de los niños en el desarrollo urbano como su posición social. En este sentido sería importante considerar, más allá de los espacios privados o enrejados con resbaladilla, columpio y sube-baja, la integración de mobiliario de juego en toda la ciudad. Cómo arquitectos, ¿cuál sería nuestro papel en el mejoramiento del espacio público dedicado a los niños?

Fotografía: cortesía

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