El
terremoto ocurrido el 19 de septiembre de 1985 sacudió la realidad
mexicana desde sus profundidades y obligó a la población a
reconstruir la memoria de la ciudad a partir de la marca que dejó la
catástrofe. En
la Ciudad de México se desplomaron
miles de edificaciones a
causa del sismo y sus réplicas. Edificios icónicos como El Centro
Médico Nacional Siglo XXI en Av. Cuauhtémoc, La Torre Insignia en
Tlatelolco; el Hotel Regis en Av. Juárez, lugar donde ahora se
encuentra la Plaza de la Solidaridad en conmemoración a las víctimas
de aquel terremoto, son algunos de los que sufrieron los estragos del
movimiento telúrico esa mañana de septiembre de 1985.
El pueblo pobre, pero rico en solidaridad, vio caer construcciones que formaban parte de su identidad. El Hotel Regis, por ejemplo, era sitio donde tomaban cita políticos, artistas, y estrellas internacionales. Emblema de glamour, fama, poder y fortuna; sin embargo, la estructura ahora forma parte de la memoria histórica de los ciudadanos que la vivieron antes de su descenso. Esta resignificación de los espacios que sufrió nuestra ciudad cargó el peso del pasado que quedó entre los escombros.
Dichas
reconstrucciones no trataron repetir lo que hasta entonces se había
hecho, sino rectificar la forma de edificar y cambiar el curso de la
historia de México. La Torre Insignia, también conocida como Torre
Banoras, obra del arquitecto Mario Pani, fue inaugurada como sede de
la administración del conjunto habitacional Tlatelolco; sin embargo,
tras el terremoto, el edificio decayó y posteriormente cerró. Luego
de 26 años, fue remodelada por una empresa estadounidense.
Los
mexicanos hemos sido siempre grandes constructores y las distintas
ciudades de México a lo largo de la historia -la azteca, la
novo-hispana y la del siglo XX- nos han dejado monumentos admirables.
Pero tras el sismo del 85, la tarea de reconstrucción y restauración
era inminente y había una vez más que levantar al país. La ciudad
revivió y se transformó.
32
años después, en la conmemoración del aniversario del terremoto de
1985, la tierra volvió a hacerse presente con un nuevo terremoto,
esta vez de 7.1 grados de intensidad que dejó a su paso al menos 40
edificios derrumbados y otros miles con daños severos en la CDMX.
Ahora, es necesario, una vez más, reconstruir a México. Sin
embargo, se presenta una urgecia aún mayor: repensar la ciudad.
Reconstrucción
no implica cometer los mismos errores y regresar a la urbe en que
vivíamos hasta el 19 de septiembre pasado. Estamos ante una
oportunidad de reinventarnos, de sacar el mayor aprendizaje de lo
derruido y transformar a la ciudad en un lugar habitable y seguro.
Ante esto, y a un mes de la tragedia, ¿cuál es nuestra tarea como sociedad civil?, ¿cuál la
de los arquitectos?
Contra
la naturaleza no se puede luchar, pero sí podemos estar prevenidos y
que los desastres naturales nos dejen un impacto mucho menor.
Fotografía: cortesía
Fotografía: cortesía
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