Entre 1930 y 1940, en la España de la
Segunda República, se formaba un grupo de arquitectos progresistas que
planteaban transformaciones para entender y ejercer en sus proyectos una mejor
y más clara visión hasta ese momento; pero el proceso de integración del
Movimiento Moderno fue interrumpido por el desenlace de la Guerra Civil (1936-
1939). La dictadura franquista paralizó a la arquitectura española hasta los
años cincuenta. México, en este sentido, fue un buen refugio para los
exiliados; debido en parte al gran parecido que tenía con España, y a que se implementaron medidas administrativas para facilitar su integración;
tales como la colaboración de despachos y la creación de empresas y escuelas.
La
prosperidad económica que vivió México en los años cuarenta facilitó la
consolidación profesional de los refugiados y su integración al mercado laboral,
hasta formar sus propias empresas; de las cuales, cuatro compañías
constructoras hicieron las aportaciones más significativas: Vías y Obras, Ras-Martín, TASA y Cubiertas Ala. Con la hospitalidad
mexicana, no sólo se beneficiaron los arquitectos exiliados; igualmente lo
hicieron ingenieros, constructores, artistas plásticos, escenógrafos,
historiadores y críticos de arquitectura que se instalaron en México.
Se ha vuelto muy difícil para nosotros saber lo que
somos. Por una especie de rutina nos seguimos creyendo españoles, pero llevamos
a México metido en el alma […] no solamente pasamos de un país a otro, de una
querida patria de nacimiento a una no menos querida patria de adopción, sino
que nos trasladamos de un continente a otro. De lo viejo a lo joven. De Europa
a América. Del desarrollo contenido a la explosión del desarrollo. Del más
lento de los ritmos al más vertiginoso…- Félix Candela
Los
arquitectos encontraron en esta nueva patria tanto una oportunidad de continuar
con el ejercicio de su profesión, como de emprender proyectos y retomar el
Movimiento Moderno. En las trayectorias de arquitectos
como Francisco Azorín, Bernardo Giner de los Ríos, Tomás Bilbao,
Roberto Fernández Balbuena, José Caridad, Jaime Ramonell, Arturo Sáenz de la
Calzada, Enrique Segarra, Ovidio Botella, Óscar Coll o Félix Candela, se pueden detectar aportaciones valiosas que generaron un impacto significativo
en el contexto nacional, pues contribuyeron al enriquecimiento cultural y
arquitectónico del país.
Hay que reconocer
de igual forma el intercambio ideológico, técnico y cultural que se dio entre arquitectos
españoles y grandes arquitectos mexicanos durante cuatro generaciones, cuya
obra forma parte del paisaje urbano contemporáneo.
Fotografía: cortesía
Arquitectos de la Madre Patria
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