Acciones
cotidianas como beber un vaso de agua, tomar una ducha, lavar trastes, regar las
plantas o lavar la ropa, parecen tan naturales que pocas veces nos detenemos a
pensar en todo lo que tiene que pasar antes de que el agua llegue a nuestras
casas. De la misma manera, pasan inadvertidos los momentos en que la desperdiciamos.
Ello representa una gran dificultad para las sociedades actuales, al grado de
que en múltiples ciudades del mundo se habla, desde hace algunos años, de
conceptos como “día cero” y “estrés hídrico”, los cuales hacen referencia a una grave y preocupante problemática: nos estamos quedando sin agua.
De acuerdo con
datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México se encuentra en
el séptimo lugar a nivel mundial en extracción de agua. En este sentido, para nuestro país
el día cero representa un reto
inminente si continuamos con los mismos hábitos de consumo y la forma en que se
desperdicia este líquido. Pero, ¿qué es el día cero? Se trata de la fecha en que el suministro libre de agua
termina y el acceso a ésta comienza a racionarse. La población tiene derecho a una
porción diaria de agua y no tiene acceso a más.
Tal problema es
una realidad en nuestro país –especialmente en estados como Baja California
Sur, Guanajuato y la Ciudad de México- desde hace tiempo. Actualmente en la
CDMX vivimos una de las mayores crisis en torno al abastecimiento del recurso
hídrico con agravantes como su alta densidad de población, el desperdicio
ocasionado por infraestructura en mal estado u obsoleta, la sobreexplotación de
los mantos acuíferos, el ineficiente tratamiento de las aguas residuales, el desaprovechamiento
del agua de lluvia y la in equitativa distribución del líquido entre la
población, entre otros.
Resulta
sorprendente el alto consumo de agua por cada habitante de la ciudad, que
asciende a 320 litros diarios; más de la que recomienda la ONU (de 50 a 100
litros diarios), y de lo que consumen los países europeos. Además, del hecho de
que se desperdicia entre el 35 y 40% del agua, tanto que en infraestructura pública como en nuestros
hogares.
Así, el reto para
toda la población de esta ciudad es comprender que el agua es un recurso finito
y escaso; que contar con ella significa un gran costo ambiental y económico para
todos, y que es nuestro deber cuidarla en todas las formas posibles para
retrasar la llegada del día cero e
incluso, lograr revertirlo.
Imágenes: World Resources Institute